De cara a las próximas elecciones en Euskadi
el próximo octubre, no hace falta ser un vidente para preveer unos resultados
espectaculares de Bildu. Si hasta las encuestas de medios “poco afines” como el
Mundo les dan un empate técnico con el PNV, no seria de extrañar que se
conviertan en la primera fuerza política de Euskadi.
Y a medida que se acerque la cita electoral,
el efecto Bildu puede ir creciendo en forma de tsunami, como resultado de la
conjunción de toda una serie de circunstancias que, nos gusten o no, están ahí.
En primer lugar, el descrédito de todas las
fuerzas políticas tradicionales. La crisis económica y la forma en que los
políticos de nuestro entorno (Euskadi y España) se han comportado en los
últimos años, ha hecho que una gran parte de la ciudadanía reniegue de ellos,
por decirlo de una forma suave. Bildu ha estado fuera del círculo político
tradicional, y practica un discurso “alternativo” que puede enganchar en los
sectores que en Euskadi se hayan sentido identificados con los movimientos del
15-M y sus reivindicaciones. Sobre todo, entre el votante más joven que quiere
un cambio. Aunque no se sepa hacia donde, Bildu representa ese cambio.
En segundo lugar, el no a las reformas. Desde
su posición anti-sistema y de discurso socialista, Bildu habla de frenar los
recortes sociales y laborales que se han aplicado en los últimos tiempos,
castigar al capital, etc.. Y como solución última, la independencia. Un mensaje
que, ahora mismo, con una ciudadanía asfixiada por la situación económica, tiene
gancho. Otra cosa es que tenga sentido.
En tercer lugar, la parte emocional del voto.
Bildu es una fuerza ascendente, triunfadora y joven, y sabe gestionar bien esa
imagen. El aspecto psicológico de votar a quien parece que finalmente va a
ganar es un factor a tener en cuenta.
En cuarto lugar, la fagocitación de la
izquierda vasca. Al PSE, desgastado por la acción de gobierno y su implicación
en el desastre económico, las encuestas ya le auguran un desplome
significativo. El resto (Aralar-EA-IU) ha sido absorbido por el propio Bildu o está
en trámites de desaparición. Así, no queda un solo partido aparte de Bildu que
pueda recoger el voto de izquierdas, por ponerle una etiqueta clásica.
En quinto lugar, la poca memoria o las ganas
de olvidar de la sociedad vasca. El hecho de que gran parte de las bases y los
dirigentes de Bildu justificaran a ETA y su actividad hasta hace bien poco, no
parece que les restará votos. Aquellos que no han olvidado votaran al PP (que
no retrocede de sus 12 escaños, según las encuestas) y estos no serían votos de
Bildu en ningún caso.
En resumen, que a poco que se analice el
panorama con neutralidad, parece muy probable que Bildu arrase en las próximas
elecciones, de una forma absolutamente democrática y legítima, y sea más que
posible fuerza de gobierno.
A partir de este hecho, se abren un par de
reflexiones interesantes. Primero, como actuará el PNV en los próximos meses.
¿Reforzará su perfil más independentista para restar votos a Bildu? ¿Es previsible
un gobierno 100% nacionalista? ¿O preferirán contar con el PSE?
Pero el punto más importante y con efectos
más a largo plazo es la posición de Bildu ante la acción de gobierno y la
sociedad vasca. ¿Se sienten representantes (uno más) de una parte de la
sociedad vasca, o un elemento de transformación de ella?. Las raíces
ideológicos de Bildu se basan históricamente en la visión socialista y
transformadora de la sociedad (aunque esta no esté de acuerdo). Dirigentes tan
significativos como Otegi han hablado de Venezuela como un modelo, ¿hay que tomárselo
en serio? También es cierto que dentro de Bildu parece haber ahora mismo un
espectro más amplio de opiniones.
Así, de esta dicotomía depende el futuro de
Euskadi en los próximos años. Si Bildu y su entorno aceptan que Euskadi es una
sociedad plural (donde el voto no nacionalista representa el 40%), que no hay
verdades absolutas y que la política es el arte de negociar y ceder, para poder
convivir todos, estaremos en el camino adecuado. Si sus pretensiones son
galvanizar la voluntad nacional y crear una Euskadi monocolor, lingüística,
cultural y socialmente, el futuro no pinta bien. Y, desde luego, Bildu no puede
ser considerada una opción posible de voto.
De hecho, seria muy interesante que de cara a
decidir nuestro voto, nos aclararan este tema en la próxima campaña. Aunque me
temo que, en esto, son tan poco de fiar como el resto de los políticos.
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