30 junio, 2016

26J, motivos para una espantada.

Los resultados del 26J para Podemos han sido un fracaso, y uno bien sonado. Intentar esconderlo tras errores demoscópicos y sospechas de fraude más bien conspiranoicas, no hacen desaparecer el elefante en la habitación: un millón de votos se han evaporado en sólo seis meses y sin tan siquiera la excusa del desgaste que genera el ejercicio de gobierno. Más alĺá de las luchas fratricidas y el reparto de culpas que ahora empieza (la condición humana no entiende de vieja o nueva política), se hace imprescindible entender los motivos detrás de esta desaparición, si Podemos quiere aspirar a convertirse en una opción de gobierno real en algún momento. 



1. Se ha desviado el foco.

O como decía Clinton, "It's the economy, stupid". Las encuestas sobre las preocupaciones de las españoles son claras, desde el fin de ETA los temas que acaparan la lista (Estudio CIS problemas España) son de carácter más bien pragmático: el paro, la economía, la sanidad, las pensiones, etc.. 
Así lo ha entendido el PP, que ha repetido durante toda la campaña un mantra: hemos puesto España a flote, hemos creado 2M de puestos de trabajo y vendrán otros 5, si nos dejan. Podemos coincidir en la falsedad de dicha argumentación, pero es innegable que el PP la ha mantenido con insistencia y sin tregua. En este sentido, impagable la imagen de Casado usando gráficos falsos para demostrar el crecimiento.


Mientras tanto, Podemos ha trabajado su campaña sobre ejes como la fraternidad, la unidad, los corazones, las sonrisas, la plurinacionalidad. No se ha sabido (o no se ha querido) combatir el discurso económico del PP, se le ha cedido ese relato y se ha ubicado el proyecto del cambio en términos etereos, que en una situación de incertidumbre como la actual, no son la mejor bandera de enganche. Por si alguien lo ha olvidado, España continua con una tasa del paro del 22,7%.

En 1793, tras la Revolución Francesa, Jacques Roux ,ante la subida del precio del pan, decía aquello de: "¿Qué es la libertad si no un vano fantasma, cuando una clase social hace pasar hambre a otra?" Pues en vez de libertad, pongamos los significantes de Laclau esta vez.

2. Referentes inconsistentes

Habiendo dejado el discurso económico al PP, Podemos ha basado su campaña en referentes poco significativos, cuando no negativos, para gran parte de sus votantes del 20D. Valgan como ejemplos:

- Pueblo y patria. ¿En serio? Sociologicamente, España no es un pais con un sentimiento especialmente patriótico (estudio NORC) y podemos estar seguros de que este sentimiento reside de forma mayoritaria en los colectivos ideologicamente más conservadores. Seguimos viviendo en el marco que nos dejaron 40 años de franquismo, donde términos como patria, bandera, etc.. se asocian a lo peor de nuestro pasado reciente. Así, que el partido que quiere encabezar el cambio pase, de un día para otro, a hablar de pueblo y patria es, como poco, desconcertante par un votante progresista. Aqui ha habido un error estratégico, intentar trasladar a la realidad española modelos y discursos de movimientos que, como el peronismo, sólo se explican en contextos históricos y nacionales muy concretos. Y no es ajeno a este error el hecho de que Errejón e Iglesias hayan estudiado en primera personas experiencias similares en países latinoamericanos. En cualquier caso, lo de pueblo y patria ha causado, en el mejor de los casos, distancia con el votante medio de Podemos el 20D.

- Rodriguez Zapatero. ¿¿En serio?? ZP representa en el imaginario colectivo del español medio el presidente que primero negó la crisis, luego la minimizó (aquello de los brotes verdes) para acabar, cuando el país ya caía en barrena, firmando la modificación del 135 con el PP e iniciar la política de recortes. En resumen, el símbolo de una nefasta gestión económica, que explica en parte donde estamos. Defender a ZP como el mejor presidente de la democracia no ayuda a generar confianza ni en el modelo económico de UP, ni en su capacidad para crear empleo, activar la economía, etc..


3. Bandazos ideológicos

No ha habido un relato coherente para dar cabida a las diferentes ideologías y propuestas dentro de UP (monarquía/república, OTAN si/no, comunistas o socialdemocratas, etc..) y la imagen desde fuera ha sido la de una improvisación constante y, el que puede haber tenido más impacto en el votante no militante, la inseguridad de a que modelo social y económico se está apoyando. 

El votante de Podemos el 20D ha quedado demostrado que en gran parte no está ideologica o estructuralmente vinculado al partido, y ante esta sensación de poca fiabilidad, se ha quedado en casa. La volatilidad (como el miedo) no es un defecto del votante, si no una característica a tener en cuenta, y no alimentarla debe ser parte de la estrategia de campaña.

4. La supuesta disciplina del votante de IU

De las dos formaciones, ha sido IU la que ha tenido que hacer de largo más trágalas en la confluencia: aceptación de la OTAN, esconder el republicanismo, el comunismo como un error de juventud, etc.. La postura de gente como Llamazares y el % de voto en contra de las bases ya anunciaba que el descontento era significativo, pero se aceptó la teoría de que, por descontento que estuviera, el votante de IU no se desmarcaría: la oportunidad histórica, la disciplina de partido, etc.. Pero parece que finalmente no fue así; este articulo explica con detalle como el descenso de UP ha sido más pronunciado en las zonas con mayor voto previo de IU: (Abstención del votante IU)

No olvidemos que el votante de IU lleva años votando a una opción infrarepresentada en diputados, y con nulas opciones de victoria. Por tanto, es un voto eminentemente ideológico, al cual renunciar a sus principios por asaltar los cielos no parece motivarle. Al menos, no de la manera en que se ha gestionado en esta campaña.


Y, a pesar de todo, UP ha obtenido 5 millones de votos. A pesar de los enormes errores de campaña, a pesar de la presión de la incertidumbre, a pesar del miedo (que afecta a todos los votantes), a pesar del Brexit, a pesar de todo, 5 millones de votos. Eso habla de la voluntad profunda de cambio que hay entre parte de la ciudadanía española, más allá de los partidos políticos; del deseo de un pacto social más justo, de una España no sólo más estable, si no mejor.

Si Podemos quiere seguir capitalizando esa voluntad (cosa que ahora mismo no está clara), deberá recuperar aquello que le alimentó desde el 15M hasta aquí: la crítica a un modelo (el del 78) agotado,  la posibilidad de una redistribución de la riqueza más justa y eficiente, etc.. Y, sobre todo, deberá convencer de que tras los corazones y los tuits hay un proyecto sólido.